La misión que cumplen cotidianamente las escuelas rurales es muy importante para nuestro país. Sin embargo, y a pesar del importante papel que asumen en distintos escenarios, puede estimarse y se sabe sólo cuentan con medios limitados o insuficientes. Para que el trabajo que desarrollan esos establecimientos pueda alcanzar logros superiores deben contar con la ayuda de todos, principalmente del gobierno.
No puede dejar de destacarse el esfuerzo que se realiza en el Ministerio de Educación con el plan de 7000 nuevas escuelas en todo el país, de las cuales muchas son rurales, que incluye la refacción de un gran número de establecimientos.
No basta con solo proponer mejores soluciones educacionales sino que hay que tomar conciencia y ayudar a estos establecimientos que son los que preparan a los niños que acuden a ella y que serán el futuro de nuestro país. Por lo tanto, cualquier forma de superación tiene que unir los avances de la enseñanza con políticas de desarrollo económico y social, ya que la pobreza es el problema que se encuentra establecido en las escuelas rurales y, lamentablemente, las carencias se presentan en la mayoría de las provincias argentinas.
En esta realidad se suelen distinguir tres situaciones diferentes: las escuelas alejadas de centros poblados, establecimientos que funcionan en pueblos pequeños y otros ubicados en lugares no distantes de los suburbios de ciudades mayores. La mayoría de las 17.017 escuelas rurales dedicadas a la educación general básica (EGB) padecen de presupuestos escasos, problemas de infraestructura, equipamiento precario, demandas insatisfechas de mejores medios de comunicación que les son indispensables. A esto hay que sumar los trastornos de los viajes largos y hasta riesgosos, sin medios de transporte que faciliten la concurrencia infantil ya que niños muy pequeños viajan varios kilómetros para asistir a clases.
Otro dato muy significativo es que el 30 por ciento de las escuelas de las áreas rurales cuenta con un solo docente que debe atender a alumnos de distintos grado y nivel. Es muy admirable el esfuerzo que deben hacer los maestros en esas condiciones, pero esto afecta claramente el rendimiento. Esto se observa, cuando se compara el porcentaje de alumnos de las escuelas rurales que concluye el tercer nivel del EGB, que es el 66%, mientras que el porcentaje de las escuelas urbanas en todo el país es el 84,3%.
El papel del docente en estas escuelas es indispensable para hacer posible la enseñanza, como ocurre con las cuestiones de salud, higiene, alimentación. Al mismo tiempo, tiene que poseer conocimiento y sensibilidad para saber del medio donde trabaja. Con frecuencia, sus esfuerzos son apreciados en el entorno comunitario y se constituye no sólo en promotor de la educación y en animador de nuevos comportamientos sociales, sino también en mediador. Todo esto requiere especial preparación.
Ezequiel.Z
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